El inicio de la astrología es casi tan antiguo como el ser humano.
El viejo mundo Mesopotámico del año 8.000 a.C., el hombre vivía a cielo abierto, su espíritu estaba casi dominado por un mundo superior, lleno de fenómenos inexplicables, truenos, rayos, eclipses, etc. y sólo el signo de alzar la mirada y mirar hacia e cielo continuamente, hacía en cierta forma buscar con la vista la comprensión de unos hechos determinados. La idea de mirar hacía el cielo cuando algo no comprendemos ha permanecido siempre presente en el hombre y en la actualidad prevalece en todos los momentos de nuestra vida (en momentos de tristeza, de alegría...). Es como buscar la solución de unos acontecimientos o de nuestros actos, allá en el firmamento.
Investigaciones llevadas a cabo sobre inscripciones óseas en la Edad de Hielo, por ejemplo, indican que el hombre conocía los períodos lunares hace unos 32.000 años. En fragmentos de documentos del reinado de SARGON DE ARGADE (2870 a.C.), llamado Soberano recto y señor de las cuatro partes del mundo (rey Caldeo) muestran predicciones basadas en las posiciones del Sol, la Luna y los cinco planetas hasta luego conocidos, más una serie de datos sobre otros fenómenos, incluidos cometas y meteoritos.